El abanico de impactos de una carretera, obviamente van más allá de aquellos evaluados en una tramitación ambiental: afectación a la biodiversidad de la zona, emisiones de la fase constructiva, alteraciones del paisaje, consumo de territorio, ruido, afectación a áreas de prevención de riesgos, afección a espacios naturales protegidos, etc. De hecho, los impactos más graves de las nuevas carreteras son a largo plazo: la inducción de nuevos desplazamientos en transporte privado y por tanto un aumento irremediable de la IMD (índice de intensidad media diaria de vehículos), inducción de crecimiento urbanístico con el incremento de valor de las nuevas construcciones o las ya existentes en el mercado inmobiliario por la supuesta «proximidad» con la ciudad e inducción de nuevos polos comerciales y de servicios en la periferia, etc.
Así, ejecutando nuevas infraestructuras como la autopista Llucmajor-Campos, se termina por:
Favorecer descaradamente el crecimiento y la especulación urbanística
Se avala y se perpetúa un modelo viario y territorial sin límites que apuesta por la expansión urbanística para posibilitar nuevos crecimientos.
Favorecer descaradamente el transporte privado
Este tipo de infraestructuras e inversiones van siempre a favor del transporte privado en detrimento de los transportes colectivos (autobuses, tren) que en este caso, no se contemplan ni siquiera como posible alternativa.
Obviar el reto del cambio climático
Es insostenible fomentar el uso de los vehículos privados ya que el transporte es uno de los máximos responsables del cambio climático. Con nuevas carreteras y la inducción de más tráfico se compromete negativamente la necesidad de reducir las emisiones y favorecer los transportes colectivos.
Romper el paisaje y el carácter rural
Las zonas atravesadas, la anchura de las carreteras, el tipo de obras, etc. no tienen en cuenta el hecho de encontrarse dentro de espacios rurales. El impacto paisajístico rompe el carácter rural del entorno.
Generar perjuicios sociales
El proyecto implica expropiaciones, incremento de ruidos, derroche de propiedades rústicas, reducción de actividades agrícolas… En definitiva pérdida de calidad de vida y cambios espectaculares en Campos que se han materializado antes incluso de la realización de la obra que hace tantos años que está prevista.
Implicar un coste económico no justificado
En el tiempo actual y dada la presión que sufre el territorio, esta comunidad tiene otras prioridades que invertir en más carreteras para la saturación provocada los meses de verano por la sobrecarga turística: educación, sanidad, residuos, abastecimiento de agua. Y sobre todo en transporte público, son más necesarias las inversiones públicas.
Generar consecuencias negativas sobre el patrimonio
Las obras planificadas implicarán la destrucción de una gran cantidad de elementos arquitectónicos: paredes, edificaciones, porches, casas, norias, aljibes, sesteaderos, etc. que forman parte de nuestros valores paisajísticos y patrimoniales.
Inducir la movilidad turística en vehículo privado (de alquiler)
La ausencia de alternativas de transporte público para llegar a la costa de Migjorn, con una presión más que significativa los meses de verano, propicia la necesidad del turista de llegar en vehículo de alquiler y por lo tanto incrementa la presión sobre esta carretera especialmente. El factor del alquiler turístico vacacional en suelo rústico, que tiene en los municipios del entorno de Campos, y en Campos mismo, uno de los polos de desarrollo más intensivos, ha incrementado también esta necesidad de desplazamiento en vehículo privado. Ampliar la capacidad de las carreteras, insistimos, no es la solución.
Sólo atendiendo estos impactos y atendiendo a la realidad de la isla (con unos recursos al límite, unas infraestructuras al límite, que sufre la masificación de cada uno de sus rincones y que necesita fortalecer su modelo económico desvinculándolo del monocultivo turístico y de la destrucción de territorio y recursos asociada) habría argumentos suficientes para descartar a día de hoy proyectos de esta envergadura. Sólo hay que hacer una relectura de la realidad actual de la isla, desde la perspectiva de la responsabilidad y la racionalidad que nos ha de llevar necesariamente a poner límites claros en el desarrollo de nuevas infraestructuras y no propiciar más crecimientos.
Extraído y traducido del artículo Els impactes invisibilitzats de la publicación Pus Carreteres!